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Antes de meternos en materia vamos a definir que es un síndrome:

“Conjunto de referencias subjetivas que da la persona y que sugieren la presencia de cierta enfermedad o una mayor probabilidad de padecerla.”

El síndrome de la cabaña NO es un trastorno psicológico.

Entendiendo la cabaña como nuestros hogares, este síndrome hace referencia al miedo que se activa ante la situación real o imaginada de salir de casa.  Ese miedo inicial es adaptativo, ya que a través de la historia, nos ha permitido la supervivencia como especie y gracias a eso nos hemos adaptado a vivir confinados.

Sin embargo, a día de hoy, ese miedo deja de ser adaptativo y tendríamos miedo a salir a la calle, miedo a contactar con otros fuera de casa, miedo a realizar actividades que antes eran cotidianas, miedo a ir a lugares públicos…

Además del miedo existen otra serie de síntomas:

  • A nivel cognitivo: dificultad para concentrarse, déficits de memoria, embotamiento …
  • A nivel emocional: nerviosismo, ansiedad, frustración, incertidumbre, irritabilidad
  • A nivel conductual: desgana, falta de motivación, disminución voluntaria de actividades en el exterior, evitación

No es exclusivo de personas que antes del estado de alarma ya tenían alteraciones emocionales, ni de las personas que se encuentran en duelo, ni de las personas que han pasado solas el confinamiento. Cualquier persona es vulnerable. La habituación a no tener ningún contacto cercano puede haber creado ese rechazo.

La intervención con estas personas es individualizada, adaptando el proceso a cada individuo. Dicho proceso consistirá en generar un aprendizaje más realista de la situación e intentar entrar en contacto con el exterior de manera gradual y jerarquizada, con el fin de aumentar esa sensación de eficacia y satisfacción.

Algunas pautas serían:

  • Seguir las medidas higiénicas: las pautas de distanciamiento social, utilización de mascarilla, gel hidroalcohólico, guantes y el lavado de manos nos puede proporcionar cierta sensación de seguridad.
  • Salidas graduales: como he comentado anteriormente, sujeto a un proceso individual, de manera que cada uno se vaya regulando.
  • Asociar la salida con evento agradable: Asociar la salida (que nos genera malestar) con un refuerzo positivo, aumentará las probabilidades de volver al exterior.
  • Escucharnos a nosotros mismos: las emociones siempre nos dan información útil sobre lo que nos está ocurriendo.